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morethanwords

N.C.

Redacté de memoria mi carta de recomendación

a los sueños vanidosos

y a las esquelas de huesos calcificados al ser tan inertes.

Le dije al alma que rindiera homenaje 

a las estrecheces de los demás

y se puso a dar saltos de un lado a otro

para que no se notara su conocimiento de lo eterno.

Le dije a la normalidad que se mantuviera lejos

para volver a escribir del otoño y sus hojas,

del deseo que no sabe estar con la realidad

en la misma habitación,

del paradójico tintineo en las ventanas cuando estoy sola.

Miré la siguiente página,

y encontré ilustraciones de una civilización antigua,

menos primitiva que yo,

y descubrí que mi humanismo se encerraba 

en lo que los demás no quieren -o pueden- verbalizar.

Y que podrán caer piedras desde cualquier árbol

y yo seguiré esperando las frutas secas del edén.

 

20.7.12

Half a rhyme.

Quizás las únicas que se han perdido son las horas

y no yo;

y las nubes tras un sol que huele a tregua,

y no yo;

y la fustigación por lo que llamé errores

y eran peldaños para subir a ver de cerca la locura.

 

Me quedan horas de sobra,

y un cielo despejado que no duele al mirar;

páginas, tinta y una nueva misión,

y una nueva visión.

 

Soy un ente consciente de las variaciones que me impongo,

y hoy sólo quiero que se agriete el canon pasado;

la única fuerza a la que me encomiendo,

y mis sagradas escrituras están al llegar.

 

12.7.12

Equinoccio de papel.

Una invisible niebla serpenteando por 

los estribos de mis agallas,

una mueca convexa aterciopelada en la silueta

de mi estricto cambio de parecer,

un corre-ve-y-dile a los espejos

los días pares de barro en la mirada,

un nudo marinero en los pies

y cientos de lazos sueltos en la cabeza.

La tormenta perfecta en pleno éxtasis,

el paso cansado del tiempo 

someramente más joven que yo

y éste disentimiento enjaulado

en hectáreas de bolsas negras en tardes tranquilas,

en quemaduras adyacentes con reliquias de gritos a plena luz.

 

El cabecero bañado en el veneno

de una serpiente milenaria,

y la cara escondida ante la posibilidad de que

cuando me encuentres

haya perdido todo su color. 

Una sonrisa velada,

unos ojos de madera,

manos de porcelana y el corazón podrido de latir.

 

El despertador incendiado de los domingos

que retuercen sus esperanzas en los segundos apartados

de las segundas partes que no hacen por llegar.

 

8.7.12

Solsticio de hierro.

Sepultar los supuestos hechos de arena

y las ilusiones sepia, 

y los caminos de una sola dirección.

Alzar un imperio de emociones duraderas 

que no se escape con cada recambio de tinta,

que sólo resida en mí;

que nadie vuelva a destrozar mis barreras

hasta que sepan ver que todo lo que tengo

tiene ese matíz de sinceridad que

sólo se ve con la sombra.

Reclamar el tiempo que me robaron para ser más grandes

mientras yo me menguaba.

Obtener una manuntención del viento

y seguir saltando tejados a media luz,

olvidar los rasgos que no traerán nada,

conformarme con el hallazgo de los recuerdos pasados.

Volver a vivir para siempre,

y que de vez en cuando me pregunten por qué.

Alejar los paisajes nublados.

 

Hablaré de esto como la victoria organizada

de haberme retirado a tiempo, antes de Ser de más.

 

30.6.12

Hipertimesia.

Hipermnesia para lo ajeno,

amnesia para mí.

El equilibrio atado a los pies 

y ni para alante ni para atrás.

 

A la larga, vivir para largo, 

recreando con el baho del cristal abandonado

los lugares que una vez me acogieron 

y que me quieren devolver el alma enclaustrada

en esta ciudad que sólo me entiende a medias al hablar.

 

Avanzar. Avanzando.

Avanzar un poco más.

Recayendo. 

Ni siquiera tengo tantos medios para cerrar el círculo

y los ojos

sin que escueza.

Desaparece.

Desaparece un poco más.

 

11.6.12

En pie.

No discuto conmigo misma, ni me miro al espejo

intentando aplazar gestos de victoria repentina

a la espera de un cataclísmo que me arrebate todo.

Supongo que es vitalismo maquillado

por tanto existencialismo cínico.

Cuestión de causa sin efecto

y casualidad ingrata por el atropello

de las virtudes que quieren salir disparadas a romper

todos los esquemas de lo humano.

 

Caer de pie.

Ser tan fuerte que no importe mi cuerpo.

 

5.6.12

En torno a...

Instinto de destrucción para formar torres de amnésia, 

tornados de benevolencia maniatada,

frías ráfagas de desilusión que desencadenan

en el empuje para subir ninguna montaña.

Querer relajar el mar vaciándolo 

con un embudo puesto del revés,

en tierra seca,

en cemento,

en palabras volcadas en boca de nadie.

Aprendiendo a desaprender de los errores ajenos;

transcribir el transcurso de la lealtad fingida 

para quemarme las manos,

y no tocarme la cara,

y olvidar cómo se escribía de los huesos que,

a tiempo completo,

intento controlar...

...y deshumanizar mi estirpe,

extinguirme antes de llegar a casi treinta,

y ser más vital de lo que me permitía cuando 

sabía hablar de buscarle el sentido al mundo

antes de haberlo puesto a mis pies.

 

6.5.12

Emponzoñamiento ofídico.

Adulo a mi piel para que envenene mis palabras,

que se vuelvan ciegas y hablen más de la cuenta

sin incluír un tardío perdón.

Mi debilidad no es discutible,

que corre a refugiarse a sus bajos fondos, tampoco,

y que la mayoría de los días soy yo

quien le gime al colchón

tratando de hacerle pesada la custodia de mis razones

con humedades antiguas

se ha proclamado credo entre el jaleo

de una respiración entre cortada de una cara

que con las luces apagadas

jamás llegaré a reconocer bien.

 

15.4.12

Habiendo.

Vosotros, los de entonces,

sólo seguís siendo los mismos en mi cabeza,

no habéis dejado espacio para una corrección

ni para un recuerdo sensato.

Vosotros,

los que jugábais a ser sinceros

según el impulso que os trajera el sol,

os habéis deformado las caras con tanta dejadez.

Vosotros, que perdísteis el tiempo en lamentos

y cardenales ahumados para que alguien os diera de comer,

me habéis hecho más fuerte,

menos segura;

más descarada, y menos constante.

Ahora confiar tiene el precio que 

vosotros, los de entonces,

le pusísteis. 

 

Y yo, la de entonces, ya no existo,

me quedé secuestrada en voces que una vez 

creí escuchar con claridad.

Yo, 

la de ahora,

me agarro fuerte a mis corrientes de vapor.

Que el cielo me perdone si alguna vez hablo de nosotros.

 

12.4.12

Mitos de independencia.

Desnudo ideas, 

las acaricio con más violencia de la necesaria;

he dejado el colchón lleno de tripas, de restos

de sueños diseccionados,

hasta me he quedado yo atrapada por tanto ir y venir 

en charcos de alquitrán,

y ríos sin tinta.

 

9.4.12

"Me duele el aire el corazon y el sombrero"

Que si quieres personalizar la hipérbole

yo te cedo mi nombre,

que en latinismos andaré escasa

pero no me falta el sentido de la tragedia

hasta para pestañear.

Que a veces me intento parar

y termino tirada en la cama, con los brazos en la cara,

llorando por los males de cien generaciones pasadas

-por tener algo a lo que llorar-.

Hiperbolizarme más me convertiría en Arlequín, y, por suerte,

nadie me ve cuando me pinto los ojos,

maldiciendo al cielo,

por haber seguido causas perdidas a las que escribir.

Que si has aprendido a reírte de ti mismo,

también te puedes reír de mí,

y de mi circunstancia tan parecida a la del resto,

pero con sueños de renacer en Quevedo a media jornada

y en Hamlet cuando cae el sol.

¡Ay! de aquel que pretenda juzgarme de complejo de Baudelaire...

Que, que yo rime versos ahorcados sólo tiene que ver

con una inspiración exiliada por el delito de ser alguien tan vulgar.

 

7.4.12

Por el nombre del invierno.

Ciégame las ventanas,

estrecha el círculo si hace falta,

quiero contarte una historia sin necesidad de darle explicaciones al viento:

Ayer rompí los espejos que dejaban ver mis entrañas enredadas

en un caos de colores simétricos;

antes de ayer las fundí en papel,

ví cómo me gritaban de plena desesperación.

¿Sabes esas tardes en las que te abres el pecho,

rebuscas mil y una formas de anestesiar los latidos constantes,

el dolor, erguido en los ojos,

la piel erizada por falta de contacto no superficial?

Sabes que se acaba el invierno,

y que el mundo no acepta que lo hayas pasado entre cenizas del calor magullado

que regalan tus noches irrelevantes;

que sólo quedan lluvias para ensuciar las mentes embarradas,

y para los románticos que esperan el día más gris

para suicidar sus versos apocopados.

 

Rómpeme las ventanas,

ciega al miedo si hace falta,

que quiero callarte la conciencia sin necesidad de explicarte que

ya no soy yo la que se adapta.

 

27.3.12

Leve razón de espera.

Y cambio las mareas de sofocos 

por caricias claves en el cónclave podrido de mi vientre,

releo las escrituras de un libro amarillo de olvido,

dejo a un lado las imágenes que me rodean.

Suplico a los vientos que,

al menos,

sigan moviendo su olor a traición,

que parezca eternamente que voy a morir de asfixia,

que voy a perder la poca elocuencia que guardaba 

por no darme cuenta de que, 

cuando hablo de mis errores,

le empiezo a hablar a él. 

 

20.3.12

Letanía.

De terciopelo rojo,

cubriendo los accidentes pasionales, 

dejando huellas de tactos imperecederos en las ventanas de esparto. 

Se deshila entre los jadeos de la conciencia fustigada,

reconstruye el sudor de la calma, apoyada, 

en las aceras estancadas del nunca llegado invierno;

se ablanda sobre la terca ubicación 

del paraíso subordinado al hielo,

sumiso al calor colindante de las manos arqueadas

por aminorar el ritmo de las flores muertas,

sin tumba que decorar.

 

De seda azul,

haciendo testigo al viento

entre el silbante silencio del sueño

para saciar el suicidio simétrico 

subyacente al sumbrío suceso de ser; 

se reconcóme los bordes negros de la experiencia.

Implosiona, se nubla, se vuelve tela vaga,

se amarra los lazos a la cuadratura del miedo,

-se asusta de su movimiento-,

se encarna en una bestia solapada de ojeras

y versos gritados entre las garras de algún humano

que le quiso poner de tapíz en el techo.

 

De besos de marca blanca.

De caricias sombreadas a verde.

Del suelo que no pasa del marrón.

Del zumbido transparente...

Vivo.

Sin más voz ni más tragedia que la de no saberme acompasar.

Dos mil diez.

Volver a la forma recargada de los versos imberbes

que se acontecieron mientras se secaban

los deseos fátuos de la organización.

Más allá de lo hipertérrito 

se modulan las escenas asfixiadas

a la par que se ondulaban los monstruos etéreos

de la parsimonia y la cordura,

algo obscura,

al choca frontalmente con la rutina emponzoñada de razón.

Y al este de éste escapulario

que escondo entre las manos transversales,

consigo atestiguar un halo de malformaciones pasionales que,

tras tercos tragos,

puede duplicar los astros estivales

en época de niebla, lluvias

y fenómenos tan contranatura 

como cuando la locura decide mudarse al hemisferio posterior.

 

24.2.12

Parte de sucesos II.

Ella no va a estar esta noche,

ni ninguna noche,

ni va a encontrar en ningún lugar el alma que perdió en un puerto lejano.

Ella no va a buscar pistas en las palabras desperdigadas

de las letras que suelta al azar.

Se ha cansado de sus ropas de agua,

de sus zapatos de cemento

y de las gafas que no le dejan ver los laterales,

así que se pasea sin cuerpo

por los pentagramas que huelen a consuelo.

Ella se encontró una vez con lo que fue

y corrió hasta que se olvidó de su cara

y del matíz que soplaba el oxígeno antes de servir.

Ella estuvo aquí, donde estoy yo ahora,

y le asustó tanto lo que vió,

que prefirió desprenderse y vagar perdida

hasta que alguien pudiera abrazarme con tanta fuerza

como para centrar mi norte

más allá de lo que se mueva el sol.

 

21.2.12

Allegro ma non troppo II.

Despacio, más de lo que captan mis ojos,

muevo por encima del papel la yema de los dedos,

y dejo que me absorva la tinta,

que me canten los versos que quieran,

que me corten los filamentos las durezas

de los días que he sangrado.

A un ritmo pausado,

sin demasiada prisa.

Soy consciente del esfuerzo del viento y del fuego 

por evocarme los tiempos a contrarreloj.

Y, mientras tanto, a mi lado,

todo transcurre de forma más que acelerada.

Colores que corren dejando un rastro de surrealismo empeñado,

a medias entre Picasso y Van Gogh,

y yo soy sólo la sombra incandescente que reza

a los pies de la luna

para que todo siga siento lento

entre el traqueteo de los días excesivamente buenos

que no sé cuánto de bien me harán.

 

17.2.12

Cambio de bandera.

Ya apenas sufro de histeria

y de miedo incontenible

y de felicidad indomable 

y de esperanza inquieta que me lleve a alguna parte.

Apenas tengo sueños agradables,

tardes de corazón en la garganta,

noches amarradas al deseo de algo mejor.

Ya no me mueven los labios que hablan de viajes a otros mundos,

de salvación en otras fundas de almohadas,

de almas pares

y soledades muertas.

Apenas he aprendido a hablar

y ya no tengo nada que decir.

- Me sobro yo y me faltan mejores cuentos.-

Ya apenas sufro de histeria,

y de miedo incontenible...

 

12.2.12

Parte de sucesos I.

Ella soñaba con más sueño que el resto,

suspiraba por dar con lo que nunca quiso,

atracaba con palabras las posibilidades de un cambio significativo.

Ella intentaba dar nombre a todo,

y perder la conciencia de cansancio al conseguirlo.

Arañaba las paredes cuando las cosas iban bien.

Se imaginaba su vida sin los años perdidos

y volvía a cometer los mismos fallos 

para asegurarlos a su piel.

Ella contaba cada vez con menos gente.

 

Ella ya no espera nada del tiempo,

ni de las personas que tardan en aparecer.

Está cansada del ruido del silencio,

pero odia oír hablar a los "expertos"

de que le espera algo mejor.

Así que agarra sus uñas desiguales,

se muerde por dentro,

y sigue caminando por los mismos sitios que

espera tener pronto sólo como vagos recuerdos 

de lo que fue su mejor juventud.

 

10.2.12

Antihéroes en la planta de los pies.

Soy sólo yo quien pretende caer hasta el límite,

para que luego me coman los reptiles 

dejándome huérfana de carne viva.

Me he quedado sólo yo en esta guerra.

Ya no quiero compañeros ni rivales

-cuaso más daños de los que puedo costear-.

Y el único motor,

el único argumento

y la única verdad

es que algo me impide relajar los músculos de la cara.

 

6.2.12