Por el nombre del invierno.
Ciégame las ventanas,
estrecha el círculo si hace falta,
quiero contarte una historia sin necesidad de darle explicaciones al viento:
Ayer rompí los espejos que dejaban ver mis entrañas enredadas
en un caos de colores simétricos;
antes de ayer las fundí en papel,
ví cómo me gritaban de plena desesperación.
¿Sabes esas tardes en las que te abres el pecho,
rebuscas mil y una formas de anestesiar los latidos constantes,
el dolor, erguido en los ojos,
la piel erizada por falta de contacto no superficial?
Sabes que se acaba el invierno,
y que el mundo no acepta que lo hayas pasado entre cenizas del calor magullado
que regalan tus noches irrelevantes;
que sólo quedan lluvias para ensuciar las mentes embarradas,
y para los románticos que esperan el día más gris
para suicidar sus versos apocopados.
Rómpeme las ventanas,
ciega al miedo si hace falta,
que quiero callarte la conciencia sin necesidad de explicarte que
ya no soy yo la que se adapta.
27.3.12
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