Dos mil diez.
Volver a la forma recargada de los versos imberbes
que se acontecieron mientras se secaban
los deseos fátuos de la organización.
Más allá de lo hipertérrito
se modulan las escenas asfixiadas
a la par que se ondulaban los monstruos etéreos
de la parsimonia y la cordura,
algo obscura,
al choca frontalmente con la rutina emponzoñada de razón.
Y al este de éste escapulario
que escondo entre las manos transversales,
consigo atestiguar un halo de malformaciones pasionales que,
tras tercos tragos,
puede duplicar los astros estivales
en época de niebla, lluvias
y fenómenos tan contranatura
como cuando la locura decide mudarse al hemisferio posterior.
24.2.12
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