Electroviral.
Atragantado el presente pasado entre los lazos del nuevo concepto,
faltan razones argumentadas para cualquier movimiento que
escape de la almohada.
Gritos. Llantos. Calma.
Calma. Inercia. Desencanto.
Desánimo por los terrenos pisados
con una fuerza similar a la de una hormiga que siente su vida amenazada.
Este músculo no entiende qué le dan para correr de ese modo.
Y luego, sigue corriendo.
Mientras tanto, en el norte cercano,
se alborotan las constantes,
suplicantes por el ya asimilado retiro de las sustancias nocivas que
no salen de su propio cuerpo.
Impulsos eléctricamente siniestros.
Amanecer a las seis con la garganta en el pecho.
19.6.11
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