XLVI
En el tintineo del crepúsculo simbólico de mi esperpento
se esconde una figura confinada, destinada a escupir hielo.
De luces rojas perdidas entre vestidos de cortesía
se enfunda su capa la calle que busca reposar la
cabeza en mi cama.
Ha perdido la jugada la cordura que
se lavaba entre corchos repletos de garras,
arrastradas, que mienten porque no hablan.
Y salen a la luz las portadas trasnochadas sin faros,
que caen de bruces a los pies de una garganta
que se rompe en el quejío' de una historia que me abarca.
(1.2.11)
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