Fe sinuosa.
Brota un tallo sembrado a distancia,
abonado con promesas que todavía esperan
y regado por intuiciones equívocas.
Toma forma de algo que aun no ha sido catalogado,
y se apodera de gran parte de la explanada,
magullando la tierra inerte que la quiso hacer nacer.
No da flores, ni frutos, ni olores agradables.
No crece por encima de sus pies.
Pero cada día es venerada por cientos de medias racionalidades,
que le ofrecen los restos de cada comida abundante
a modo de ritual.
Engordan su fe y disminuyen sus valores.
Quieren entender a los demás sin haberlos tratado,
y encontrar a alguien con quien pasar su vida
sin haber trazado un recorrido.
La planta dura cien años.
Cien años sin avance.
Y muere rodeada de huesos casi enterrados,
plásticos y joyas.
Ni una sola planta más.
17.11.11
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