Anochecer.
Tenue la luz
para apaciguar mis alas.
Hay cortezas de nada
esparcidas por la mesa
donde solía escribir con lápiz
las siglas de un anhelo.
Ya no se ve el cielo.
Ni quedan estrellas
para la gente como yo.
Las tormentas se las quedaron
aquellos que obviaron el soñar.
Y los sueños…
Se quedaron en la luz
de una mesa
marcada por segmentos
de las alas sesgadas
con lápices de anhelos
en las tormentas cortadas.
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